« Home | La ballena que quería volar » | Elecciones 2010, votar o botar el voto? » | El futuro de Chile será digital o no será. » | Bread crums » | Berlín, el muro a 12 mil kms » | Mi primera mirada en GoogleWave » | You're fired » | Sigue aquí, guiñandome un ojo » | De pescado.. y otros valores » | Feliz cumpleaños, a mi »

Marcela Sabat, la vergüenza trewhelina
Por María José Peñaranda
Share167

Con mis amigas no queremos ir. No es que no tengamos identidad trewhelina o que nos falte plata. De hecho, la entrada cuesta tres lucas e incluye un cover.

El punto es otro: rara vez resultan los eventos trewhelinos.

El año pasado hicieron un asado en el centro de deportes de Lo Pinto y, aunque ofrecieron buses de acercamiento, pocos prendieron con la iniciativa. Para este evento hay sólo 123 personas confimadas en Facebook a pesar de las “grandes sorpresas” y la rifa de un pasaje a Buenos Aires.

Al final, nuestras ganas de ver a los profes y de recordar viejos tiempos son más fuertes.
Nadie, sólo Marcela

Cuando llegamos, a eso de las 11, nos sorprende la producción: pantalla gigante, un grupo cantando, un DJ, animadores y máquinas que tiran burbujas. En un momento aparece un vedetto acompañado por bailarinas vestidas con la camiseta de la selección en una versión extra-small que no les alcanza ni para taparles el ombligo.

Después de las doce ya somos 70 personas. Es ahora cuando aparece lo que se convertirá en la gran sorpresa de la noche: Marcela Sabat, la diputada de Ñuñoa y Providencia, la misma que el año pasado duró menos de 24 horas en su cargo de vocera del comando de Sebastián Piñera después de que expresara su aprensión por que llamaran ladrón a su candidato sin que nadie se lo preguntara. La misma que fue subida y bajada por Política Rock luego de su participación en Chile Debate, cuando todavía era candidata.

Lleva botas largas, un vestido ajustado, aros grandes y tiene el pelo alisado. Está parada en medio del escenario con un micrófono en mano. Tiene la mirada perdida y se nota que sus ojos no logran enfocar del todo bien.

El DJ corta la música: la hija del alcalde de Ñuñoa tiene que dar el discurso que nadie le pidió que diera. Marcela está eufórica e intenta mantener el equilibrio. Le pide al público que se calle y que le preste atención. Mueve las manos haciendo señas y con un tono de voz aguda y desagradable comienza su cháchara.

-Primero que todo quiero decirles que yo, Marcela Sabat, soy Diputada de la República –dice.

Los asistentes la miran desconcertados. ¿Qué hace aquí?, se preguntan. ¿Quién le pidió que se subiera al escenario? ¿A quién le importa?

-Soy trewhelina de corazón y estoy agradecida del colegio porque de él saqué todos los valores –dice-, y quiero decirles que los valores aprendidos en el Trewhela’s son los que incluiré en mi trabajo como parlamentaria.

El pelambre de los asistentes no para. Nadie parece escucharla.

Se escuchan pifias. Marcela no puede hablar.

-¡Qué onda, qué onda! –grita desconcertada mientras observa cómo es ignorada.

La gente sigue bailando y riéndose. Bastan unos minutos para que alguien le haga entender a Sabat que lo mejor sería bajar del escenario y mantener la dignidad.

Pero, antes de terminar con su espectáculo, se tira una frase que resuena con tono de pelolais molesta:

-¿Oye, qué onda! ¿Saben qué más? Chaoooooo, en esta fiesta no hay nadie.

Baja del escenario como puede, intentando mantener el equilibrio.

La gente sigue bailando y pronto la escena no es más que un dato curioso, como que Marcela Sabat -sí, esa Marcela Sabat, la del Trwhela’s- es diputada.

Del Escritor

  • Es Cainista
  • Escribiendo desde el ombligo
  • Creo que la verdad es una mujer muy fea, que las palabras lindas no siempre son ciertas, que lo cierto no siempre lastima y que hablar bonito no significa hablar bien. No busco la felicidad si se esconde detras de una mentira.
Más ...

Publicidad


Use OpenOffice.org