Carta a mis hijasMis princesas bellas, quiero contar una historia. No es como esas historias que les cuento cada noche (bueno, cada vez que puedo) Es una historia común, un hombre común que sólo soñaba con arrancarse la sombra.
Seguro adivinaron de quien hablo, mis princesas siempre fueron muy listas.
Sucede que buscaba algo que no es muy común, buscaba la verdad, no esa empaquetada en un lindo libro, de tapas negras y hojas enceradas, la verdad cruda, esa descarnada, la mirada profunda, el conocimiento puro, la verdad que te hace libre.
Sobre todas las cosas, busque la libertad, incluso a costa de esa fantasía dorada de rejas de oro y puerta angosta, llamada felicidad.
Busque con afán el nombre verdadero de las cosas, ese que se perdió cuando el hombre perdió la cordura en su soberbia (ya les conté esa historia)
Buscaba la realidad cruel para pintarla de esperanza, para llevar la luz, para que otros niños tuvieran juguetes. Mi sueño fue hacer un mundo mejor.
No mas grande, con más colores o más alegre, sólo mejor.
En mi búsqueda, renuncie incluso a la poesía.
Pero de pronto mis agendas se llenaron de flores! y en mis cuadernos con planes, encontré historias de princesas que viajan por el tiempo, enseñando el amor.

Mis ventanas se llenaban de dibujos cuando cerraba los ojos, no podía dormir sin encontrar un pegaso o quizas un unicornio que me miraba.
Y cuando miraba el teclado aparecía un fenix que luego se convertía en lobo de fuego.
Mi casa estaba llena de pingüinos!
El caballo se llamaba perro, las jirafas rino, el perro, sapo. El gato se llama Rosa y el oso, obvio, se llama oso!
Aprendí latín, estudie teatro y alguna vez pensé dedicarme al sacerdocio. Practique el francés y el inglés, Parle vous francés?
Todo para enseñarlo alguna vez.
Y mis hijas me enseñaron a mi
Me enseñaron a sonreir.
Y ahora, ya no hay vuelta atrás, no puedo simplemente dejar de reír o sonreir al pensar en sus travesuras o sentirme orgulloso por sus pequeños y grandes gestos.
Mi Bea que con una mirada comprende y envuelve un mundo, que es capaz de atrapar el brillo de la arena con sus palabras.
Mi Cata que con su corazón de dragón llena todo con su luz, que es capaz de pintar de colores las estrellas.
Y hoy nació su hermaníta; Magdalena Esperanza.
Y el número tres es esa gota con la que se llena mi vaso, que termina con mi promesa de no escribir más, de esquivar el camino de la poesía.
Mis niñas que me hacen comprender que el presente no existe, que sólo es el nombre que le ponemos al intervalo pequeño entre el pasado y el futuro.

Que sólo tenemos un tiempo donde escribir nuestros sueños como un lienzo abierto y que lo demás, está en el sueño.
Me dí por años la misión de aprender, para enseñarles... y ustedes me enseñaron.
Nunca la luz fue tan vibrante, nunca la risa me sonó antes a un río.
Nunca antes las estrellas tuvieron nombres y el cielo solo era el espacio en negro.
Ustedes le dieron todo lo que tengo en esta vida.
Hoy nació una estrella y lleva el nombre Esperanza.
Hoy nació su hermana, viene con un canasto de flores y dos hermanas que la aman, que son el reflejo de su madre, ojos, corazón y voz de mamá.
Hacer del mundo un lugar mejor, tiene sentido, quiero que sea mejor para ustedes.
Las ama
Papá