En el desierto de lo real

Recuerdo ese día, hace 4 años atras, cuando Lorena empezo con dolores de parto. Teoricamente Catalina tenía que nacer al otro día, con el ginecologo que Lorena había escogido, un cómodo lunes. Sin embargo la enana decidio que era mejor nacer el domingo y a medianoche, mostrandonos de antes de nacer, quien manda en casa.
Llegamos apenas, a las 1:35 del dia lunes nacio rosadita, como si se hubiese bañado para la ocasión.
Catalina Isabel.
Encantadora, cada vez que entra a un lugar es como si lo iluminara, llenandolo de su risa y su luz. Tranquila me dice que ella viene de las estrellas, mientras me explica que su hermana viene del corazón.
Ellas dos son tan diferentes, por un lado Beatriz, que siempre le busca una explicación a todo, metida en los libros que devora uno detras del otro, preocupada de la justicia y sobretodo de la injusticia, es incapaz de hacer trampa, mentir o de golpear a nadie (según ella dice, la violencia no es buena).
Catalina a sus 4 años parece un huracan, cuando aún no podía caminar tuvimos que sacar la baranda de su cuna, porque se las ingeniaba para escaparse. Es imposible regañarla, porque pone unas miradas que quebarian una piedra. Seductora innata, sobretodo de su padre.
Una enfermera sentenciaba, cuando la llevamos despues de romperse la oreja con cotonitos, que no conocia ninguna Catalina tranquila.
Tan distintas, y tan parecidas. Entrar en su pieza despues de las 9 es peligroso, pues se ponen de acuerdo para saltarme encima y no me liberan hasta que no les invento una historia. Según Beatriz no se puede dormir si no le cuento un cuento.
Anoche peleaban porque Catalina juega con una lampara que le regalaron, y Beatriz dice que no puede dormir, pero cada vez que subo la escalera la enana apaga la lampara (además me pide que le cierre la puerta). Hace un rato fui a verlas, Catalina dormia con la lampara debajo de las sabanas.... desenchufada (seguramente por Beatriz).
A veces pienso en la ironia, preocupado de aprender, jamás busque la felicidad, quizas por eso no advertí cuando entro a caudales por puertas y ventanas, cabalgando en la risas de mis niñas.

Posteado por Cainista el martes, septiembre 28, 2004 a las 5:50 a. m. |